Página 20: Comillas tiene un Capricho

De entre todas las elegantes casonas de indianos de Comillas, que cambiaron radicalmente esta villa costera a mediados del s. XIX, destaca un grupo: las de la finca del Palacio de Sobrellano. En un lugar de excepción, frente a la Universidad Pontificia, se encuentra este palacio con capilla anexa de estilo neogótico, sin embargo, lo más interesante no está ahí, sino a escasos metros. Se trata del edificio conocido como el Capricho de Gaudí, el cual tuve el honor de visitar de la mano de Carlos Mirapeix, su director general.

Vista general de Comillas con el cementerio gótico al fondo. Foto: Mair CaSe
Vista general de Comillas con el cementerio gótico al fondo. Foto: Mair CaSe

Qué no es el Capricho:

La historia de El Capricho de Gaudí, construido entre 1883 y 1885 por Antoni Gaudí, está plagada de rumores, casi leyendas.

Cuando era pequeña me contaron que fue mandado construir como casa de juegos de la hija del marqués de Comillas (que pasaban temporadas en el Palacio de Sobrellano).

Otra versión dice que era donde el dueño de la casa realizaba orgías y otro tipo de actividades de dudosa reputación en aquella época. No en vano, tenía una gran fama de dondjuán y mujeriego.

Además, aunque todos lo conozcamos como El Capricho no se llama así, sino Villa Quijano.

Una casa de indiano muy especial:

Vidriera (detalle). Foto: Mair CaSe
Vidriera (detalle). Foto: Mair CaSe
Vidriera (detalle). Foto: Mair CaSe
Vidriera (detalle). Foto: Mair CaSe

 El Capricho de Gaudí no es ni más ni menos que la residencia de verano de Máximo Díaz de Quijano, concuñado -eso sí- del Marqués de Comillas. Que sí, que tenía fama de vividor, pero en realidad fue un hombre de negocios, ilustrado, de gran afición a la música. Gaudí se cuidó muy bien de reflejar esta pasión por todo el edificio: en las forjas de las barandillas, en las vidrieras de las ventanas, e incluso en las ventanas, que tienen en su interior campanas tubulares y suenan cuando se suben y bajan. No doy muchos más detalles: es más interesante buscar todos estos guiños in situ.

Torre de El Capricho. Foto: Mair CaSe
Torre de El Capricho. Foto: Mair CaSe

Cuando uno mira El Capricho, no suele encontrar a Gaudí fácilmente. Sin embargo, está. Hay que tener en cuenta que este fue uno de los primeros proyectos que realizó (solo tenía 31 años), y que aún no tenía en la cabeza las formas sinuosas que hicieron su arquitectura mundialmente conocida. Las matemáticas y la geometría tienen gran presencia, además de la introducción de azulejos -realizados a mano-, y de la combinación de colores, dándole un alegre aspecto exterior. Es un edificio ecléctico, que contrasta frontalmente con el Palacio de Sobrellano: el uso de ladrillo combinado con azulejo y la torre, que parece un minarete, miran hacia la arquitectura árabe y mudéjar; las lucarnas de las ventanas a la nórdica; hay elementos románticos, clásicos, costumbristas, etc.

Si uno se fija bien, se dará cuenta de que las columnas de la casa están rigurosamente orientadas hacia los puntos cardinales. La luz es una de las grandes protagonistas, junto con la ya mencionada música, pues los vanos son de gran tamaño y permite la entrada del sol durante gran parte del día. Si no parece suficiente, Gaudí organizó las estancias según su hora de uso para aprovechar al máximo la luz natural. Es más, a pesar de que actualmente está sin amueblar, cuando se pasea por sus estancias, hay una sensación continua de calidez, resultando una casa cómoda e, incluso, hogareña.

La visita:

Villa Quijano desde el jardín. Comillas (Cantabria). Foto: Mair CaSe
Villa Quijano desde el jardín. Comillas (Cantabria). Foto: Mair CaSe

Para conocer mejor El Capricho y su historia, lo mejor es asistir a las entretenidas e interesantes visitas guiadas y, después, perderse deambulando por el edificio ya por libre. No importa la época del año en la que se vaya: El Capricho abre sus puertas durante todo el año, y repetir visita es una cosa que tengo en mente hacer (me encantaría ver el efecto de la luz de otoño en el edificio). La entrada son 5€, las tarifas para niños llega hasta los 14 años y, por si fuera poco, se puede volver a entrar en el mismo día si así se solicita en la entrada.

Por cierto, si no se va solo a ver El Capricho, y se va a callejear por el casco antiguo de Comillas, propongo un reto: identificar otra obra de Gaudí. Una pista: es una puerta de entrada a una de las casonas.

Villa Quijano es Bien de Interés Cultural desde 1969.

Cómo llegar:

Desde Asturias y Cantabria, hay que tomar la A-8 hasta la salida que indica Comillas. El resto de camino es a través de la CA-135 hasta llegar a Comillas. Allí, hay que estar atento a la señal de El Capricho, pues ya no comparte acceso con el Palacio de Sobrellano (se entra por la plaza de Fuente Real).

Si estás en Santillana, Suances o San Vicente de la Barquera o, simplemente, no quieres ir por la autovía, tu carretera es la CA-131.

Extra:

Si quieres conocer más sobre el Capricho de Gaudí y de la visita tan especial a la que El Cuaderno Corinto fue invitado, puedes leerlo con más detalle en Retrazos.

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